No recuerdo cuándo fue la primera vez que denuncié públicamente el avance de los grupos neonazis en la sociedad, pero sí la respuesta obtenida siempre, la ignorancia a cuatro fanáticos sin razón de ser ni estar. Durante todo este tiempo me he tomado muy en serio cómo el fascismo iba ganando terrenos y adeptos con sus proclamas populistas y mensajes destinados a decir lo que la gente quiere oír. Formaciones políticas como Democracia Nazional, España 2000 o Plataforma per Catalunya van cultivando adeptos y cada vez son más fuertes. El hecho de que en Grecia irrumpa un partido neonazi en el parlamento debería suponer una voz de alarma en Europa. Cuando Hitler ascendió al poder, lo hizo en una profunda crisis que aprovechó para lanzar sus proclamas y discursos cargados de odio, intolerancia y populismos que lograron calar en una sociedad hastiada de la opresión y el totalitarismo. Hoy, cuando se cumplen ochenta años de la llegada al poder de este genocida, vemos cómo la Historia se repite y el nazismo cobra un protagonismo tan preocupante como innecesario. Bajo ninguna circunstancia se ha de aprovechar la Democracia para lanzar proclamas en contra de las personas ni sembrar odios del tipo que sean. ¡Por favor! Paremos el nazismo de una vez por todas, pues el único interés que tienen es el sometimiento de unos a otros, y jamás la igualdad del tipo que sea.
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