martes, 28 de febrero de 2012
Andalucía, esa gran olvidada
Hace media hora que terminó el Día de Andalucía, el cual ha transcurrido sin pena ni gloria, lo cual me apena profundamente, ya que hace que estemos perdiendo parte de nuestra identidad como pueblo. Lejos de hacer un discurso radical, nacionalista o regionalista, quiero llamar a la reflexión y preguntar por qué se limita este día a la entrega de medallas al mérito y a un almuerzo en la sede de la Junta de Andalucía o a una marcha en bicicleta anual que nadie sabe a santo de qué se realiza. Me entristece profundamente que la Identidad Andaluza quede reducida a un acto anual protocolario o un día de convivencia en cualquier parque periurbano de cualquier lugar de nuestra geografía. Andalucía es más que eso, por mucho que los políticos se empeñen en hacernos creer, pues somos un pueblo con grandes riquezas desaprovechadas por culpa de oportunistas explotadores y especuladores, que no dudan en vender la Giralda a cualquier turista incauto o inocente o gastarse el dinero destinado a la creación de empleo en putas, cocaína o juergas. Por eso este día debería servir para reivindicar lo nuestro, lejos de los tópicos típicos de vestidos de flamenca, juerga constante y su puta madre montada a caballo, esos que a ciertos personajes, tanto de la aristocracia como de la plebe les gusta fomentar. Andalucía no es un adorno en el cuello de nadie, una comilona a costa del contribuyente o el Partido Socialista y todo lo que ello conlleva. Andalucía es una tierra rica, llena de prosperidad y oportunidades, aunque muchos se empeñen en hacer creer y convertirla en todo lo contrario, su cortijo particular donde la gente es sometida al capricho de cuatro señoritingos que no tienen otra cosa que hacer que despreciar toda nuestra herencia cultural y bagaje histórico.
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