El Flamenco se viste de luto, y las guitarras lloran desconsoladas, porque Bernarda nos ha dejado. Su voz resonará en el cielo, junto a su hermana Fernanda y Camarón de la Isla. El Potaje Gitano será divino, y en los confines del Cielo sonará el Arte y el cante jondo, las bulerías y las guitarras amenizarán esta juerga. Difícil será igualar el genio de las utreranas, hoy de nuevo reunidas, como antaño, como siempre. El silencio se hace presente en el Flamenco, en la Música, y el recuerdo es lo que nos queda. Sus bulerías, sus cantes llenarán ese silencio que hoy pesa tanto, que hoy es tan presente y tan insoportable. Las palabras no salen, las palabras no expresan el sentir ni el lamento de la pérdida. Sólo transmiten un pesar, un sentimiento que debe acompañar a quiénes la conocieron, a quienes la amaron. Bernarda no está. Bernarda calló. Su voz no volverá a sonar, pero nadie la podrá olvidar. En nuestra memoria quedarán aquellas Fernanda y Bernarda de Utrera, las grandes del Flamenco Andaluz, del Flamenco Universal. Descanse en Paz.
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