Genocidas arrepentidos

Cuando ayer leía la noticia del arrepentimiento de Duch, un genocida en Camboya, durante el régimen comunista de 1974 a 1979. Durante ese tiempo dirigió un centro de detención, en el cual fueron detenidas 12000 personas, de las cuales sólo sobrevivieron siete. A estas alturas de la vida, que creo tan poco en la calidad humana, hechos como este, si son sinceros, me hace recuperar esa confianza perdida. Es la primera vez que veo y escucho a alguien que ha visto o asesinado en masa arrepentirse de esto, ya que en otras ocasiones se han justificado alegando que cumplían órdenes, pero ni un atisbo de arrepentimiento, de remordimientos de conciencia. Me pregunto, cómo debe ser dormir durante más de casi tres décadas con ese cargo moral, cómo se puede descansar, si es que se puede. O qué se debe sentir al mirar a los ojos a una de esas únicas siete personas supervivientes de aquellos centros de internamiento, auténticos mataderos imposibles de imaginar, de no ser por el recuerdo de aquellos supervivientes, por pocos que sean. Espero que no haya más genocidios, y que, de haberlos, no sean justificados. Nadie tiene el derecho a acabar con la vida de nadie, y menos si es inocente la víctima.