Desfachateces, despilfarros y prepotencias

Una de las cosas que los políticos deberían hacer es dar ejemplo cuando exigen moderación. De nada sirve que se pida a la ciudadanía de a pie un comportamiento, cuando se realiza otro. De nada sirve recomendar que se tenga moderación en el gasto, que se incite, y a veces se exija el ahorro, si se despilfarran cantidades inmorales en cosas banales, superficiales y tonterías o gilipolleces. En esta ocasión, un ministro, de cuyo nombre no quiero acordarme, decide pulirse en un fin de semana lo que el ciudadano de a pie puede ganar en dos o tres años de trabajo. Y le importa poco. Como lo tiene... Pera él la crisis no existe, y hace que deje de extrañarme cuando el Presidente del Gobierno negaba la evidencia de la crisis, con esa demagogia barata empleada para negar la evidencia. Es de muy poca vergüenza vanagloriarse de estas cosas, presumir de ellas, sobre todo cuando la gente pasa hambre y necesidad. Estos políticos de tercera o cuarta división que juegan en primeras ligas deberían aprender ética, aunque es algo que, desgraciadamente, se está separando más de esta carrera, tan destrozada por aquellos a los cuales sólo importa el poder. Por eso quiero dar hoy ese tirón de orejas a ese ministro prepotente de actitudes chulescas, al cual sólo importa divertirse mientras el pueblo llano las pasa canutas y putas. Y pensar que ese comportamiento era criticado cuando las libertades estaban secuestradas por la dictadura...