jueves, 4 de septiembre de 2008
Autoestima
Hace años tuve la suerte de contar con la amistad postal de Manuel by Vazquez, meses antes de morir. Aparte de partirme de risa con él, pues su sentido del humor y su mala leche eran únicos, aprendí de él la lección más importante de todas las que pude aprender fue la diferencia entre humildad y modestia. El Tío Vazquez decía que la modestia es para los tontos, frase que he tomado como mía ahora. Y quiero explicarla: La modestia es algo que destruye la autoestima, ya que hace que la persona modesta se infravalore y sea incapaz de reconocer su propia valía, reconociendo sus defectos y haciendo del exceso de los mismos una virtud. Y esto está bien visto socialmente, pues está aceptado que no nos valoremos, pero no que reconozcamos nuestras limitaciones, tanto para bueno, como para malo. La humildad es otra cosa, que nada tiene que ver con la modestia, el más destructivo de los conceptos, pues se reconocen las propias limitaciones. Nunca he comprendido por qué está mal visto que el individuo se valore y acepte tal cual, y ese interés por esa falsa humildad que recrimina la propia valía cuando se conocen las limitaciones, alegando arrogancia y superioridad a quién sabe sus defectos y virtudes. Como tampoco comprendo por qué es tan importante para la sociedad hacer que el resto se sienta mal con su forma de ser o pensar, si dista de los cánones.
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