miércoles, 5 de mayo de 2010
Amabilidad a la mierda
Discúlpame, querido lector, querida lectora, que abra con un titular tan vulgar como soez, pero no encuentro otra forma de definir aquello que me aconteció ayer, cuando este fin de semana tomé la firme decisión de cambiar de compañía de telefonía móvil. Ahíto, cansado, fatigado y asqueado del trato recibido, exento de respeto hacia mí, como persona y como cliente, me negué a escuchar la contraoferta que se me ofrecía, valga la redundancia, notando cómo la amabilidad y buenas formas se transformaban de forma instantánea en un hostil tono que podía resultar desagradable, incómodo o tenso, incluso antipático, me atrevería a afirmar sin lugar a dudas. Supongo que al dejar de ser su cliente, con escasas o nulas posibilidades de retomar el servicio que me prestan, vieron innecesario fingir para conmigo, y mostraron su verdadera cara. Pienso que el respeto debe prevalecer, y las formas no se han de perder, pues el cliente, nuevo, viejo o fuera de la cartera es lo más importante dentro de los negocios, ya que sin éste, no existen los beneficios, por mucho que los agresivos ejecutivos lo olviden u obvien, en pos del vil metal o dinero. Nunca se ha de morder la mano que da de comer, algo que últimamente está demasiado de moda entre las grandes compañías y corporaciones, provocando el agravamiento de la crisis por ello.
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