Ante la reciente noticia de la agresión por parte de una turba descontrolada, aunque sí organizada, al Rector de la Complutense, quiero expresar mi profundo rechazo hacia dicha agresión.
Aprovecho estas líneas para abrir el debate, pues no es la primera vez que alguien sufre la ira de las masas por discrepar y disidir en pensamiento. Insultados, vapuleados y hasta humillados han sido políticos de la talla de Manuel Fraga, José María Aznar, Santiago Carrillo o Rosa Díez. Todo por ser librepensadores, por pertenecer a partidos políticos, permitidos por la Constitución Española, algo que esas turbas y masas ignoran o no reconocen, ya que quieren hacer válidas sus ideas independentistas, o extremistas, tanto de derechas, como de izquierdas, destrozando, desterrando y destronando la libertad al olvido y el ostracismo, a golpe de insulto. Dar una visión diferente de la política, la literatura, el ecologismo o el mundo del Toro, con Tauromaquia o sin ella, es un derecho que ha de ser respetado, siempre y cuando se haga desde el diálogo y el consenso, lejos del revanchismo y la intolerancia más dictatorial. Por eso es necesario condenar la actitud de quienes imponen sus ideales y niegan que otros los expresen. No soy contrario al debate plural, pero sí a la ausencia y destrucción del mismo.
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