miércoles, 21 de enero de 2009
La sencillez de la dulzura
Anoche volví a ver a doña Ana María Matute, tras casi nueve años de nuestro último encuentro, en el cual quedé cautivado por su dulzura y su sencillez. De aquella ocasión queda la anécdota de una firma para una amiga y la pregunta de la escritora por el libro para mí, que no pude comprar por falta de dinero en aquel entonces, así como su consejo sobre el ahorro. Han pasado nueve años, y toda una vida desde aquella charla en la Sala San Hermenegildo, los cuales he esperado pacientemente a que me firmase Aranmanoth, adquirido días después de aquella conferencia. En esta ocasión, y gracias a la complicidad de Fernando Iwasaki(cuánto te debo, amigo), he compartido uno de los momentos más mágicos de los últimos tiempos, necesario entre tanta tormenta y decisiones importantes que duele tomar. Tras haber osado pedirle consejo a doña Ana María Matute sobre mi carrera literaria, y haber sido animado a que no cese de escribir, puedo prometer que no dejaré de hacerlo. Llevo toda mi vida haciéndolo, y tomándomelo en serio, gracias al blog y tantos otros proyectos, que están ahí, cumpliéndose poco a poco. Cabría destacar la intensa emoción sentida cuándo me agarró de la mano para la foto, inenarrable e indescriptible.
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