Buenas noches. Soy
Gabriel, estoy aquí en el día de hoy a título personal. Quisiera agradecer en
primer lugar a la Delegación de Juventud del Excmo. Ayuntamiento de Los
Palacios y Villafranca la oportunidad que me brinda para poder decir estas
palabras, a Hilario y Chuchi, del Múapelo por cedernos el bar para la
realización de este acto, y a todas y cada una de la personas que estáis aquí
por vuestra presencia.
Hoy no voy a hablar de
mi libro, aunque parezca raro, ni voy a tratar de sacaros los diez euros que
cuesta. No. Hoy no. Hoy, miércoles treinta de octubre de 2013, quiero hablaros
de una cosa mucho más grave que nos está privando de lo más importante, las
ilusiones, las ganas de vivir o incluso la felicidad.
Se habla mucho de los
recortes en Sanidad, Educación, Cultura, y demás, pero esos recortes no son
sólo económicos, sino mucho más profundos, más crueles y más innecesarios,
porque se recorta en el Patrimonio Inmaterial de las personas, no sólo de los
ciudadanos.
Ante esta situación tan
gravísima que vivimos a la que bautizaron como crisis y que yo siempre he considerado atentado terrorista y
después guerra encubierta, la Lírica se presenta como un valor necesario que
debemos fomentar y tratar de conservar a toda costa, porque es la base de un
mundo mejor y el germen de la recuperación de unos valores olvidados, ya que
quiero creer que no se han perdido. En estos momentos en los cuales la población
está hundida en la miseria más absoluta, se hace necesaria la presencia del
Arte, la Literatura, la Creación y la Creatividad. Debemos invocar a las Musas,
aterrorizadas por el miedo colectivo a perder lo poco que va quedando ante el
materialismo más salvaje y sus apologistas, que sólo piensan en la acumulación
de poder porque el dinero ya les es insuficiente.
Veréis, y permitidme el
tuteo…
Siempre ha habido malos
tiempos para la Lírica. Ya lo decía Golpes Bajos en su canción en el año 1982,
como hemos escuchado antes de mi intervención, y mucho antes ya se quejaban
nuestros ancestros de lo mismo. Y pasarán otros treinta años y seguirá
existiendo una mala época para todo lo que suponga el desarrollo intelectual de
las personas. A los poderosos no les interesa que la gente, la gran masa,
piense o se plantee las cosas. Ellos quieren tener a la Sociedad aborregada y a
su merced, y por eso tratan de eliminar todo rastro de las Humanidades, no sólo
del sistema educativo, sino de la mente de las personas, de los individuos,
porque así sólo serán obedientes y no cuestionarán. No tendrán pensamiento
crítico y será más fácil manipularles y hacerles creer todo tipo de mentiras,
perfectamente diseñadas para hacer creer lo que ellos quieran.
Por eso, en estos
momentos, se hace tan necesaria la reivindicación de la Lírica, de la Fantasía,
de todo aquello que nos haga ser partícipes de un mundo mejor, más justo, más
solidarios. En estos momentos de agitación, de incertidumbre y de pobreza, no
sólo económica, debemos recuperar todo esto que nos enriquece. Es necesario
volver a darle importancia a las Humanidades. Ahora más que nunca necesitamos
de la Arquitectura, la Danza, la Escultura, la Música, la Pintura, la Poesía (y
Literatura en general), porque no debemos permitir que sólo el dinero sea el único
valor que inunde y domine toda nuestra motivación.
¿Y qué podemos hacer
cuando nos falta el dinero para llenar el frigorífico o alimentar a nuestros
hijos? Ayer, mientras escribía esta conferencia, un buen amigo me decía que podían darle por el saco a la Lírica cuando no
había para comer. Pocas veces me he posicionado tan en contra en la opinión de
alguien, pero ayer le expliqué que podemos hacer muchísimas cosas sin pensar
sólo en lo que nos cuesta o el dinero que vamos a percibir. Es cierto que
quienes vivimos de la Lírica tenemos derecho a ser retribuidos por nuestro
trabajo, pero también es verdad que tenemos la obligación de hacer que ésta no
se pierda, que perdure a lo largo del tiempo. Todos y cada uno de nosotros
tenemos una responsabilidad para con la Lírica, no sólo los creadores. Y todos
y cada uno de nosotros podemos hacer que el materialismo que nos rodea no la
entierre.
Me explico: Es fácil leer un libro, prestarlo,
regalarlo, ir a las diferentes bibliotecas y compartir lo que tenemos. Y quien
habla de lectura, también puede hablar también de pintura, de escultura, de
arquitectura, de creación literaria, fotografía, cine o tebeo. Podemos acudir a
exposiciones en galerías de Arte o Museos, deleitarnos con la obra de los
diferentes artistas, vuelvo a insistir, conocidos o no. Para mí, uno de los
mayores placeres que conozco, es visitar el Museo de Bellas Artes y mostrar a
alguien, que lo desconoce, un efecto tridimensional en un cuadro, que te
transporta al interior del mismo. A través de este simple ritual, se logra que
se sepa apreciar una magnífica pintura. Y esto, no cuesta absolutamente nada,
pues no estamos hablando de un viaje a Sevilla, Madrid o Hamburgo, sino de un
instante compartido. Algo que puedes realizar tú mismo sin más recursos que el
conocimiento que dentro de ti tienes y compartes con el resto. Podemos salvar
la Lírica compartiendo nuestro conocimiento, aprendiendo del resto. ¿Cuántos
paseos damos por el Pueblo sin apreciar su arquitectura? A mí me encanta la
casa que hay al lado de la Mercería, y no tenemos que irnos muy lejos, este
rincón u observar des de La Atalayuela las calles. ¿Y qué precio tiene eso?
Ninguno. Estas acciones tan sencillas como humildes están al alcance de cualquiera,
sin importar si hay en su cartera un euro o un millón.
Cualquiera de nosotros
puede coger de la mano a su hijo, su sobrino o su nieto y mostrarle la grandeza
de la Lírica. Cualquiera de nosotros es capaz de tomar entre sus brazos a un
niño y explicarle un tebeo o un cuento para que aprecie las imágenes que tiene
y comience a entender ese apasionante mundo que es la Lectura. Sólo haciendo
que los niños lean antes de saber leer lograremos que se interesen por el
contenido de los libros, los tebeos, los cuentos.
Ahora es el momento de
educar y enseñar, de recuperar la tradición oral, de encontrarnos con los
trovadores que nos recitan poemas, cantan canciones o los músicos que nos
deleitan con sus instrumentos. Ahora debemos darle el valor que durante mucho
tiempo hemos confundido con precio a todo aquello que se llamaba Arte.
En estos duros
instantes de oscuridad se antoja necesaria la luz de la Cultura, de la Lírica,
de la Creación y la Fantasía, pues la cruda realidad está demasiado presente en
nuestra vida, y no nos deja ver más allá de los problemas diarios y habituales,
ocultando cualquier solución a los mismos.