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miércoles, 3 de marzo de 2010
No sé cómo titular
En mi hojeo ojeador diario de la prensa antes de informarme de la actualidad con las noticias que contiene el periódico, leo la columna de mi querido amigo Fernando Iwasaki, titulada Profesoras Maltratadas, donde habla de una docente que no tardo en reconocer, ya que es amiga común, y una persona excepcional. Con una inenarrable mezcla de sentimientos me adentro en dicho artículo, que hiela mi sangre, que despierta mi mal humor así como mi impotencia. Podría hacer un análisis de la situación vivida por ella, dando estadísticas, hablando de acoso escolar, un tema que bien conozco, pero hoy no me apetece opinar fríamente sobre esto. Más que todo porque no puedo. Soy incapaz de escribir, en esta ocasión, con la frialdad y objetividad de otras ocasiones, observando los toros desde la barrera, como diría mi padre. En esta ocasión, este instante, sólo puedo y quiero tener palabras de apoyo, afecto y amistad para L.R., como ella y su marido bien saben. Únicamente soy capaz de enviarle mucha fuerza, y rogarle que no caiga ni se venga abajo. No debe dejar que gentes sólo definibles como energúmenos, niñatos o despojos mermen su moral a base de amenazas, gritos u otras expresiones, el único lenguaje que se han molestado en aprender.
Cuando razón y ley no actúan, acúdase a la fuerza. Eso sí con prevencione para que razón y ley no actúen tampoco en contra.
ResponderEliminarAl final, cuando no queda otra, hay que actuar con lo que te dejan.
Ya, dezaragoza, pero entonces te rebajas a la altura de estos innombrables...
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Cuánto se agradece este apoyo de los buenos amigos!
ResponderEliminarUn beso.
L.R