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martes, 9 de marzo de 2010

Años de larga espera llegan a su fin

Han pasado cerca de once años de mi comienzo como miniaturista, como modelista y aficionado a los wargames, es decir, juegos de guerra o de miniaturas, algo parecido al rol, pero que nada tiene que ver. En aquella época, me inicié en Warhammer Fantasy, con mis primeras tropas de Altos Elfos, que se convirtieron en toda una hueste, y de la cual puedo decir que me podrán faltar tres o cuatro unidades para poseer todo el ejército que comanda el príncipe Tyrion. Pero abandonaría las batallas medievales para introducirme en un mundo más oscuro, un futuro desolador en el que sólo hay guerra, allá por el año 40000. De la mano de los Traidores al Imperio, lograría mi redención con los Templarios Negros, comandados por el Paladín del Emperador Jacques de Molay, cuya elección del nombre no fue baladí ni gratuita, puesto que era un homenaje al último maestre de los Caballeros de la Orden del Temple. ejecutado en 1314. Mis recuerdos de la elección de los Ángeles Sangrientos se pierden en los recovecos más ocultos de la memoria, pero no quién influyó en tal decisión. Roberto me enseñó su espíritu de sacrificio, su humildad, y su lucha interna por dominar la Rabia Negra, algo con lo que me identificaba en aquel momento, y aún hoy sigo haciéndolo. Años esperando que se revisasen las reglas, viendo un códex que no le llegaba a la altura, y que destruía ese trasfondo porque sólo era eso, un reglamento para pegar tiros. Nada más. Dentro de tres semanas los Hijos de Sanguinius volverán a nacer, con un renovado aspecto,unas nuevas reglas que desconozco aún, ansiosos por recuperar el protagonismo que les corresponde...

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