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miércoles, 9 de diciembre de 2009
Libertad y pensamiento
Me siento un privilegiado por vivir donde vivo. Es cierto que soy un inconformista, que me quejo, pataleo, pataleo y me expreso como quiero y estimo conveniente, siempre desde el más profundo respeto, salvo en contadísimas ocasiones, todo hay que decirlo. Pero al menos tengo la suerte de tener ese derecho, reconocido y protegido por la Constitución y las leyes, y gracias a ese derecho, el deber de usarlo como estime conveniente, como desee hacerlo, para opinar libremente. Pero no en todos los sitios es igual. En otros países quién desea opinar con total libertad puede resultar contraproducente, y en más de una ocasión mortal. Quieren tener controlada a la gente que escribe, redactando notas propagandísticas que ensalzan las grandezas del poder y el dinero, y de no ser así, acabar con las voces discordantes, sin importar el método para hacerlo. Por eso quiero decir que es necesaria la opinión disidente, y hay que reclamarla. No podemos dejar que nos cuenten mentiras, o que nos oculten la verdad. Nadie tiene ese derecho, y menos unos gobernantes o magnates, que confunden la libertad de expresión con la libertad de aplaudir.
Di que en algunos asuntos no somos para nada escuchados, si no a ver lo que ocurre en Copenaghe...
ResponderEliminarBesicos
De eso hablaremos el lunes, querida Belén.
ResponderEliminarBesicos